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Tal vez se pregunten...

01 - Si estudié algo de idiomas (en la escuela, o quizá, en cursos particulares), ¿es realmente necesario contratar a un traductor?

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02 - ¿Para qué contratar a un traductor si puedo usar los traductores de Internet?

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03 - ¿Qué cosas debería tener en cuenta al momento de contratar a un traductor?

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04 - ¿Cuánto cuesta una traducción?

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05 - ¿En qué consiste una buena traducción?

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06 - ¿El español que se habla en Madrid no es el mismo que el que se habla en Buenos Aires ni que el que se habla en Caracas; entonces: ¿a qué variedad de español se traduce?

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Si estudié algo de idiomas (en la escuela, o quizá, en cursos particulares), con la cantidad de diccionarios que hay en Internet, ¿es realmente necesario contratar a un traductor?

La pregunta tiene sentido. Lo que ocurre es que se debe tener en cuenta que un traductor es, aunque suene tautológico, «un profesional de la traducción; un profesional del idioma». Esto quiere decir que el traductor es una persona que, no solo estudió, sino que se dedicó a traducir. No es una tarea que hace «cuando no tiene otra cosa que hacer». Y, como todo, cuando alguien hace algo mucho tiempo, suele obtener un mejor resultado que alguien que lo hace ocasionalmente; aunque más no sea, por la práctica.

Es por eso que, si bien quizá una persona que no se dedique a traducir, puede lograr un resultado aceptable al momento de tener que pasar un texto de un idioma a otro, un traductor es alguien que va a prestar especial atención a que el texto no tenga errores de sentido, a que no tenga errores sintácticos u ortográficos, a que sea legible, a que mantenga el estilo, etc.

En líneas generales, depende de la importancia que tenga para cada uno aquello que se desea traducir. En otras palabras, cualquier persona que pueda manejar una tijera puede cortar el cabello a alguien más, sin embargo, mucha gente prefiere ir a la peluquería para ello. En el blog publiqué algunos ejemplos de personas que consideraron que no era necesario consultar a un traductor.

¿Para qué contratar a un traductor si puedo usar los traductores de Internet?

Desde mi punto de vista —y sé que al afirmar esto me enfrentaré con la totalidad de los profesionales de la traducción—, algunos traductores automáticos no son tan malos como dicen y, a veces, pueden obtenerse traducciones bastante aceptables.

Hasta aquí, parecería tirar por tierra los años que dediqué a estudiar idiomas. Sin embargo, debo hacer la salvedad de que esos traductores son buenos al intentar traducir frases en extremo sencillas. Con lo cual, si alguien quiere saber qué significa «do not disturb», bien puede ingresar la frase en el traductor y obtendrá una traducción satisfactoria. No ocurre lo mismo si uno ingresa la frase «please, be quiet», el traductor de Google devuelve la frase «por favor, estar tranquilo», que, si bien suena algo artificial, aún puede entenderse (aunque quizá, muchos hispanohablantes dirían, más bien, «por favor, no haga ruido» o «por favor, haga silencio»). Pero cuando las frases con ya un poco más complejas, como: «I had a change of heart», Google nos dice que eso significa «tuve un cambio de corazón», cuando lo que el anglohablante quiso decir fue «cambié de opinión».

Una vez más, tiene que ver con la importancia que se le dé a lo que se quiere traducir. Si no es importante la diferencia entre una persona que cambió de parecer y alguien a quien le practicaron un trasplante cardíaco, la opción automática será la mejor opción. Si se necesita un poco más de precisión, tal vez lo mejor sería contratar a un profesional de la traducción.

¿Qué cosas debería tener en cuenta al momento de contratar a un traductor?

Una de las particularidades de tener que contratar un traductor es que, muchas veces, no es algo que se haga frecuentemente. A menudo, es algo que se hace por única vez. Además, el traductor nos dará un texto en una lengua que, seguramente, no conocemos, por lo tanto, ¿cómo saber si está bien o no? Sumado a eso, lo más probable es que contactemos al traductor a través de Internet, con lo cual, ni siquiera le conocemos la cara. Por eso: ¿qué cosas tener en cuenta al momento de contratarlo sin sentir que es una lotería?

En líneas generales, diría que algunas de las cosas que deberían tenerse en cuenta son las siguientes:

  • Un traductor es un especialista en lenguas. Uno no puede saber si conoce en profundidad la lengua extranjera, pero sí puede notar si maneja adecuadamente la propia. Por tanto, un traductor que tiene un buen manejo de su lengua madre, cumple ya con un requisito fundamental.

  • Un traductor debería conocer y manejar adecuadamente sus instrumentos de trabajo. Si en la actualidad las traducciones se realizan por computadora, es poco prometedor un traductor que no sepa utilizar los programas comunes adecuadamente (como un editor de textos, por ejemplo). Por tanto, si el traductor no sabe cómo mostrar el texto oculto en un documento, eso ya dice algo de él.

  • Todos nos sentimos más cómodos cuando tenemos que hablar acerca de algo que conocemos. Algo similar ocurre con la traducción. Al traducir documentos acerca de temas que conocemos, suele alcanzarse una mejor traducción, ya que comprendemos el texto completamente y estamos familiarizados con la terminología, más allá de lo que esté en los diccionarios. Es por eso que es una buena decisión optar por un traductor que conozca el tema acerca del que se va a traducir.

  • Una característica fundamental de los textos —y mucho más en el campo de la interpretación--- es que no siempre se sabe acerca de qué va a tratar (es común toparse con una referencia a la política, en medio de un texto de noticias de espectáculo, o una referencia literaria en medio de un texto de biología). Es por eso que es una buena característica en un traductor su curiosidad. Una persona que naturalmente se interese por distintos temas, podrá lidiar más fácilmente con textos que se alejen de lo esperado.

¿Cuánto cuesta una traducción?

Es difícil hablar de una tarifa fija, a pesar de que sí existen los aranceles orientativos de diferentes asociaciones y colegios profesionales.

Esto es así porque hay distintas cosas que se deben tener en cuenta al momento de cotizar una traducción, por ejemplo: si se trata de un tema general o si es un tema técnico (para el que se requiere una preparación y una dedicación particulares), la cantidad de palabras, si se debe realizar algún trabajo específico con el formato del documento (no es lo mismo traducir a partir de una fotografía borrosa de un documento, o si se tienen gráficos, que si se traduce un documento ya digitalizado) y la urgencia del trabajo. Es por eso que lo más aconsejable es, siempre, pedir una cotización.

¿En qué consiste una buena traducción?

Suele pensarse que una traducción es buena cuando existe una correspondencia exacta entre el original y el texto traducido; es decir, podría pasarse del texto traducido al original perfectamente. Sin embargo, esta definición es algo inexacta. Douglas Robinson escribe: «Lo que le importa a quién solicita una traducción es que el texto cumpla con sus expectativas; que sea estrictamente precisa, efectiva o, quizá, una combinación de ambas. Tal vez espere una traducción rigurosamente literal (casi, palabra por palabra) o puede que desee un texto que permita una lectura fluida en el idioma de destino, adaptando las ideas al lector. Depende de los objetivos específicos de cada cliente. Es por eso que una traducción que pueda ser considerada brillante por una persona, quizá sea calificada como mala, por otra.»

En lo personal, prefiero la definición que da Umberto Eco en su «Decir casi lo mismo», en donde se habla de una traducción de sentido, no meramente de palabras. Traducir sería «reconstruir un texto en otra lengua que cause el mismo efecto en el lector que causó el texto en la lengua en la que fue escrito».Es por eso que, para poder lograr una traducción que sea adecuada, sería fundamental que el traductor sepa, efectivamente, qué se espera de esa traducción, cuál es el objetivo de ese texto, para qué se usará y a quién está destinada, por ejemplo.

El español que se habla en Madrid no es el mismo que el que se habla en Buenos Aires ni que el que se habla en Caracas; entonces: ¿a qué variedad de español se traduce?

Esto tiene que ver con la pregunta anterior. Si existe la posibilidad de saber quién será el destinatario de la traducción, se adaptará el léxico y las expresiones al público de destino. A pesar de ello, muchas veces no se sabe quién será específicamente el destinatario o, tal vez, el texto esté destinado a personas de distintas regiones, entonces, ¿qué se hace?

En esos casos, se busca utilizar los términos más difundidos, que no provoquen ambigüedad, quizá los que sean frecuentes en la mayor parte de los países y, dependiendo de las características del texto, pueden incluirse notas aclaratorias.

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